Bird
1988
“A
todos los músicos del mundo” Clint Eastwood
Musicalmente hablando, Clint
Eastwood se ha decantado siempre por el género jazz. Ya en su adolescencia era
espectador de las bandas de jazz las cuales le dejaron tan absorto, que si su
carrera en la industria del cine hubiera fracasado, se habría dedicado a
mantener vivo este género musical. Por este motivo no es de extrañar que
realizara una película sobre Charlie Parker, que fue uno de los iniciadores del
estilo musical bebop (una auténtica
revolución en este género), con la que rindió homenaje al saxofonista y al
estilo de música que éste interpretaba.
El
proyecto, que en principio iba a ser producido por Columbia y protagonizado por
Richard Pryor, acabó siendo producido por la Warner Bros y protagonizado por la,
por entonces, no tan conocida cara de Forest Whitaker. Éste fue un cambio que
le costó a Eastwood la dirección de Revenge.
Además, el acuerdo con la Warner le obligó a protagonizar otra entrega dando
vida a Harry Callahan, y Pink Cadillac.
El filme de Bird no sigue al pie de la letra la
estructura de un convencional biopic (película
biográfica), ya que profundiza más en el mundo del jazz. Se trata de un
largometraje complejo y arriesgado, pues no sigue una historia lineal, sino que
continuamente da saltos en el tiempo, apoyándose en la técnica del flashback. Lo trascendental de la
película, como quiso Eastwood, no es contar la vida del personaje, sino a
través de la misma, transmitir el sentimiento por el cual es recordado el
artista, concibiendo el jazz como expresión artística.
El drama musical,
describe a Parker en sus mejores y peores momentos, siendo retratado como genio
y como víctima de la drogadicción y del alcoholismo, temas a los que, directamente, sólo dedica una escena, cuando uno de los músicos de su banda consigue droga para consumir. No incide en escenas de este tipo porque la
intención del director se centra en enseñar las consecuencias de la adicción.
En esta trama identificamos la habitual faceta del director de exponer la cruda
realidad que viven incluso las personas con fama. Eastwood evitando el
sensacionalismo, plasma los últimos años de la vida de Parker exponiendo el
éxito, la autodestrucción y la muerte de este genio del saxofón del siglo XX.
Como he dicho
antes, los flashbacks se convierten
en un elemento al que recurre el director para llenar de detalles la historia haciendo
así posible la comprensión de los porqués que responden a cómo era este jazzman, improvisando al igual que hacía el mismo, con alegorías sencillas como la del platillo volante, una anécdota del
músico cuando no era aún famoso, que simboliza la trayectoria personal de
Parker.
En el reparto de Bird destaca la excelente interpretación de Forest
Whitaker quien se convierte en Charlie Parker, dando vida al
personaje autodestructivo que acostumbra a mostrar el cine de Eastwood.
Cabe destacar el
trabajo de fotografía que realiza Jack N. Green pues aporta a la actuación de
Whitaker el elemento que termina de definir la perdición del personaje, creando
escenas de extremado tenebrismo.
Clint Eastwood
ganó el Globo de Oro al mejor director por esta gran obra maestra sobre jazz,
mientras que, por su parte, Forest Whitaker recibió el premio al mejor actor en
el Festival de Cannes. Además de estos merecidos galardones, el filme obtuvo el
Óscar al Mejor Sonido en 1989, gracias a la idea de Lennie Niehaus de
diferenciar los solos del músico, con grabaciones inéditas cedidas por la viuda
de éste, de los nuevos sonidos grabados para la película.
De entre todas las
escenas que componen la película, una de las que más impresión me causa es la
del envío de telegramas por parte del artista a su esposa, tras la muerte de su
hija. Unos telegramas que pasan de expresar el dolor por la pérdida, a
solicitar una ayuda desesperada para su persona. Una sublime actuación de
Whitaker que transmite al espectador el desconcierto que en ese momento sufre
Parker.
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